el olor a orín se queda grabado,
y en tu sentido del olfato se escucha un grito de socorro.
Antes usabas dicho sentido para evitar el dolor,
pero ya eres mayor y se van perdiendo facultades,
ya no detectas a las Matahari de cartón,
ni a las cortesanas de la Nueva Era.
Te ciegan, te nublan, te pierden
y todo para olvidar que es la ciudad
la que baila entre sirenas
y no tu cuerpo etílico en la noche eterna.
1 comentarios:
Good.
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